En los próximos días, la consabida actualidad en los emergentes, el “Brexit” y las negociaciones presupuestarias en Italia compartirán protagonismo con la información proveniente de los bancos centrales y los indicadores macro. En EEUU, asistiremos a una nueva reunión de política monetaria de la Fed (el próximo miércoles) en la que más que al incremento de tipos en 25 p.b, situándolos en el rango 2,0%-2,25%, o al último paso en el endurecimiento del ajuste de su balance, habrá que estar atentos a la actualización de sus previsiones para EEUU (incorporará el año 2021) y a la rueda de prensa de Powell.
En nuestra opinión, el escenario de crecimiento e inflación esperado por los miembros de la Reserva Federal no registrará grandes cambios apuntándose un avance del PIB del 2,8% en 2018 y su progresiva moderación hasta situarse en cifras acorde con su potencial (1,8%) en 2021. En cuanto a la referencia de precios de la Fed, el deflactor subyacente del consumo personal (PCE central) estimamos que se reafirmarán las previsiones acordes con crecimientos del 2,1% al término de los próximos años. Por lo tanto, el punto que más interés generará será la senda que se dibuje para los tipos.
La posibilidad de una cuarta subida de +25 p.b. en 2019 gana enteros y, de hecho, en IM estimamos que los tipos puedan acabar el próximo año en el rango 3,25%-3,5%. De forma que asistiríamos a tipos restrictivos en el 3tr19 cuando los situamos en 3,0%-3,25% frente a unos tipos neutrales nominales del 3,0% en EEUU. Además, no descartamos que el nivel de llegada de los tipos pueda modificarse al alza hasta 3,75%.
Además de los tipos, cabe recordar que la Fed acordará que sólo se reinvertirán los vencimientos por encima de los 30 mm. $ mensuales en el caso de los treasuries y los 20 mm. $ para los MBS y títulos de agencias hipotecarias. Una decisión que llevará a recortar el balance de la Reserva Federal en cerca de 550 mm. $ hasta finales de 2019, momento en el que rondaría los 3.700 mm. $.
No obstante, también habrá espacio para tratar los riesgos existentes, en especial, durante la rueda de prensa de Powell en la que esperamos salgan a relucir las tensiones comerciales generadas por EEUU. En el pasado reciente, en el seno de la Fed ya se ha trabajado con encuestas que apuntaban que el efecto de los nuevos aranceles en el ámbito del acero y el aluminio había llevado a las empresas de estos sectores a optar por aumentar márgenes y no por invertir más. En otras palabras, en clave estadounidense, el riesgo radica en que el choque comercial promovido por Trump se plasme en mayores precios que acaben erosionando la actividad. Una situación bastante probable a tenor de la filtrada carta de Walmart a las autoridades de EEUU en la que alertaba de la posibilidad de verse obligada a subir precios, si los nuevos aranceles a los productos chinos tomaban forma.
Sin embargo, a finales de la semana pasada, los temores comerciales parecían perder fuerza en los mercados con el S&P500 moviéndose en tierra de máximos. La escalada arancelaria menor de lo temido y los pasos dados por China para potenciar su demanda interna servían de excusa, si bien lo discrecional de la interpretación de estas cuestiones hace que los pasos dados por Méjico y Canadá para explorar la vía bilateral en caso de fracasar la renegociación del NAFTA o que China haya cancelado la próxima ronda de negociaciones con EEUU, pueden volver a pesar entre los inversores.
La realidad de los anteriores riesgos no evita el buen momento de la economía de EEUU en la actualidad, plasmado en la fortaleza de la actividad y el empleo que respaldará la continuidad de la estrategia de salida de la Reserva Federal, aunque manteniendo un ritmo progresivo. Un hecho justificado en el bajo riesgo de sobrecalentamiento percibido por miembros clave de la institución como Powell.
Los datos que conoceremos a lo largo de la semana respaldarán el escenario positivo de la economía estadounidense descrito desde la Fed, como pondrá de manifiesto la tercera estimación del PIB de EEUU del segundo trimestre 2018 y su revisión residual al alza (+4,3% trim. a.). Un dato del que cabrá destacar la aportación de la demanda externa y la saludable inversión en capital fijo.
La buena salud de las cifras de inversión en EEUU también se apreciará en el repunte de las órdenes de bienes de capital excluyendo defensa y aeronaves, así como de sus embarques que quedarán recogidos en las estadísticas de pedidos de bienes duraderos que arrojarán un crecimiento del 1,7% m. en agosto. Junto a las órdenes, destacará el avance del PCE central (+2,0% a.) y la mínima moderación del gasto personal en agosto (+0,3% m.) que no pondrá en entredicho su solidez. Sin embargo, lo realmente importante será el avance del gasto en un +0,2% m. en términos reales, reafirmando la continuidad del dinamismo del consumo privado en el tercer trimestre 2018.
Los robustos niveles de la confianza de los estadounidenses, apuntalados en un escenario caracterizado por el desempeño saludable de la actividad y el pleno empleo, respaldan la continuidad del avance del gasto privado. Una situación que no será puesta en entredicho por la comedida moderación del Conference Board y la confianza de Michigan, pues ambas se mantendrán en niveles elevados.
El escenario estadounidense sigue respaldando los máximos del S&P500 ya que favorece la confianza de los inversores hacia la renta variable de EEUU, lo cual se traducía en entradas por valor de 14,5 mm. $ en los fondos de bolsa americana durante la semana transcurrida hasta el pasado miércoles. Un dato que suponía el mejor desde mediados de marzo, aunque debemos recordar que Trump siempre puede generar algo de ruido en los mercados y esta semana tendremos cifras preliminares de la balanza comercial de EEUU del mes de agosto que puedan dar lugar a algún tweet.
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