La situación de Turquía y, en particular, el comportamiento de su divisa serán la principal cuestión en el punto de mira de los inversores durante los próximos días, aunque esto no debe apartar nuestra atención de la evolución del yuan, el rublo, la rupia india (en mínimos históricos contra el dólar 69,48) y otras divisas emergentes como el rand sudafricano que también arroja una fuerte espiral a la baja. No obstante, la actualidad turca es la que manda.
Turquía ha perdido la confianza de los inversores extranjeros como consecuencia de una política económica poco clara y, sobre todo, de una estrategia tendente a minar la independencia de su banco central. De forma que el compromiso con la transparencia en materia económica, el trabajo más cercano con los inversores foráneos y la independencia del banco central, que sustentaban el “nuevo modelo económico” presentado el viernes, carecían de credibilidad en base a los últimos acontecimientos. Así,tampoco debemos ser muy optimistas con el “plan de acción” anunciado (sin mucho detalle) por el ministro de Finanzas el domingo y cuya implementación, a partir de hoy, “debería tranquilizar a los inversores”.
El problema radica en que el discurso articulado por Erdogan deja claro que la respuesta a la actual crisis continuará impregnada por una estrategia nacionalista tendente a ganarse al apoyo popular. El sábado, Tayyip Erdogan negó que Turquía se encontrase en una crisis cambiaria y desligaba el comportamiento de la lira de los fundamentales económicos. Además, hablaba directamente de guerra económica y ponía en duda el futuro de la colaboración militar con EEUU, regalándose con una serie de declaraciones en los últimos días que juegan en contra de una resolución rápida de la actual crisis.
Entre las mencionadas declaraciones nos quedamos con las siguientes: “Hasta hoy no hemos hecho nunca nada con mala intención contra EEUU. Pero si las cosas van así, hay un proverbio árabe: ‘Men dakka dukka’ (Donde las dan, las toman), y eso haremos”; “Lo que no han conseguido con provocaciones y golpes de Estado, lo intentan ahora con el dinero. Es una guerra económica. ¿Qué motivo económico o lógico hay para que la lira haya caído de 2,8 a 6 (por dólar)? Ninguno” y “El país no se está desmoronando, ni está siendo destruido, ni en bancarrota, ni en una crisis” para después añadir que la salida “a la trama de la divisa” pasa por impulsar la producción y “minimizar los tipos de interés”. El último apunte nos preocupa especialmente al reincidir en una línea argumental que ya ha causado mucho daño a la credibilidad del banco central y la cotización de la lira.
Las anteriores no son buenas noticias, dado que dos de las posibles soluciones a la actual situación chocarían con la estrategia nacionalista al situarse más allá de las grandes líneas rojas de Erdogan: las subidas de tipos y la apelación al FMI (el organismo niega oficialmente cualquier petición de ayuda).Una lectura que compartían los inversores ya que, durante la sesión asiática, la lira tocaba mínimos históricos de 7,236 contra el dólar, aunque posteriormente mejoraba hasta 6,92.
Una tercera solución consistiría en la implantación de controles de capitales, si bien su utilidad sería bastante limitada. En el caso turco, no existe el control sobre el sistema financiero que se da en China y, además, los flujos con el exterior sólo están explicados en una pequeña parte por los ciudadanos nacionales, debiéndose el grueso de los mismos a la operativa de financiación e inversión en el país comandada por los inversores extranjeros. De momento, ya se daban algunos pasos incipientes en esta dirección que consideramos poco útil, pues el regulador bancario de Turquía (BDDK) limitará las operaciones de swaps, contado y a plazo de los bancos turcos con inversores extranjeros al 50% del capital de las entidades. Una tasa que se calculará diariamente, prohibiéndose cualquier nueva operación (incluidas renovaciones) a los bancos que superen el mencionado ratio del 50%.
Luego, sólo quedan otras tres posibilidades encima de la mesa, como son la apelación de ayuda a Rusia o China (lo cual genera muchas dudas), la apuesta por una contraproducente estrategia de “esperar y ver” por parte de las autoridades turcas o avanzar hacia un acuerdo con EEUU respecto a la situación del pastor detenido en Turquía. Este caso sirve de justificación para las sanciones estadounidenses al país otomano y cuyas ramificaciones, oficiosamente, llegan a lo comercial. A nadie se le escapa que la decisión de Trump de doblar los aranceles al aluminio y el acero turco no se acordó casualmente el pasado viernes, buscando ahogar a Turquía con el fin de que ceda antes de la fecha límite del miércoles en lo referente al conflicto del pastor.
La opción del acuerdo permitiría aliviar temporalmente las tensiones sobre los activos turcos, dilatando así la posibilidad de atravesar las líneas rojas marcadas por Erdogan. De forma que no debe descartarse totalmente la posibilidad de un acuerdo de última hora, aunque las últimas declaraciones del presidente turco hacen que esta opción sea bastante improbable. El principal escollo es el impacto sobre la percepción del liderazgo de Erdogan dentro de las fronteras nacionales, lo cual explica la ausencia de avances en este asunto. Por lo tanto, la situación en Turquía seguirá siendo complicada en el corto plazo, pudiendo empeorar antes de empezar a mejorar.
No obstante, en este contexto de incertidumbre, debe distinguirse entre la situación de la divisa y la deuda de la referente a la inversión directa extranjera y en renta variable, pues el descuento de los activos turcos reforzado por el desplome de la lira puede generar oportunidades interesantes desde la perspectiva extranjera y bajo un horizonte de medio y largo plazo. La población del país de 81 millones de personas y su atractiva situación estratégica son dos cuestiones que debemos tener muy presentes, haciendo que preveamos un comportamiento relativo mejor de la renta variable turca respecto a otros activos del país otomano.
Ahora bien, la segunda cuestión es qué impacto podemos esperar de esta situación más allá de las fronteras turcas y lo cierto es que seguimos defendiendo que será limitado, a pesar de lo observado el viernes. En este punto, debemos incidir en que Turquía posee un escaso poder de arrastre sobre otros emergentes y el tamaño de su economía es relativamente reducido a escala mundial, asistiendo el viernes a una reacción cortoplacista que resulta lógica ante la proximidad de una semana de vacaciones como la actual para muchos inversores y en la que la liquidez será reducida.
De forma que reducir la exposición al riesgo resulta una respuesta natural en un entorno en el que otras divisas emergentes dan síntomas de debilidad y se ha conocido la preocupación del BCE respecto a la exposición de BBVA, Unicredit y BNP Paribas a la economía turca. De hecho, las caídas afectaban a todos los grandes sectores del Stoxx Europe 600, si bien éstas se veían lideradas por la banca que cedía un 2,09%.
Los descensos eran extensibles a las bolsas estadounidenses con el S&P500 cediendo un -0,71%, al tiempo que registraba caídas en el conjunto de la semana después de cinco consecutivas de alzas. De hecho, permanecía sólo un 1,4% por debajo de los máximos históricos del 26 de enero, a pesar de que el viernes sufriese descensos generalizados de los principales sectores y de los que sólo se escapaba la energía, mientras que la banca se veía arrastrada un -1,13% abajo en la sesión.
En los próximos días, el gran problema radicará en que después del cierre de ciertas posiciones, el tono vacacional de los mercados se traducirá en una escasa presión compradora que hará que los riesgos sean a la baja con independencia de los datos publicados. Desde la perspectiva de Turquía y para finalizar con este país, más allá del ultimátum estadounidense del miércoles, tendremos algunos indicadores de interés como el saldo presupuestario del mes de julio (miércoles), la producción industrial de junio y las compras semanales netas de activos por parte de los extranjeros (el jueves); además de las expectativas de inflación a 12 meses de los consumidores el próximo viernes.
Sin embargo, no todo será Turquía en la esfera emergente, asistiendo en China a cifras de julio de producción industrial y ventas minoristas el próximo martes que, de acuerdo con el consenso de Bloomberg, revelarán una ligera aceleración hasta 9,1% a. y 6,3% a., respectivamente. Dicha mejoría, de tomar forma, sería clave en un momento en el que se lucha por mantener al yuan por debajo de 6,9 frente al dólar y el entorno caracterizado por las tensiones comerciales no ayuda. Un capítulo en el que China habría decidido quitar de su lista de nuevos aranceles al petróleo estadounidense, movimiento que podría tener un doble fin al evitar que perjudique a la petrolera Sinopec y servir de gesto hacia EEUU.
En medio de todas estas cuestiones, la depreciación del rublo también reclamará su cuota de atención al marcar su peor valor desde marzo de 2016 frente al dólar, después de ceder un 8,8% en las últimas 5 sesiones hasta 68,9 unidades. El temor a nuevas sanciones por parte de EEUU (posibilidad muy real) llevaba a determinados bancos de inversión a recomendar la disminución de la exposición a la divisa rusa; situación que coincidía con la decisión del banco central de Rusia de minorar las compras de divisa extranjera bajo al amparo de la “regla presupuestaria” con el fin de ayudar a reducir la volatilidad del rublo.
La “regla presupuestaria” busca aislar a la economía rusa de las fluctuaciones del precio del petróleo, el cual representa su principal exportación. De acuerdo con dicha regla, el Ministerio de Hacienda calcula el monto de compras de divisa extranjera al inicio de cada mes en función del precio del petróleo, ingresándose los fondos excedentarios en el fondo soberano del país cuando el crudo supera los 40$/barril. A efectos prácticos, lo que nos interesa es que las autoridades rusas dividen el monto total de compras entre el número de días de negociación y, normalmente, el banco central realiza las compras en cantidades iguales en nombre del ministerio de Finanzas. Sin embargo, esta situación se veía quebrada el miércoles, cuando se deshacía de 8,4 mm. de rublos frente a los 16,7 mm. del martes.
Las autoridades rusas empiezan a dar pasos para “apuntalar” su divisa pero, de momento, parecía que los primeros no eran fructíferos. Así, el aspecto positivo del viernes para Rusia era que su PIB daba pocas sorpresas al acelerar hasta 1,8% a. en el 2tr18, mientras que la balanza comercial de junio mejoraba ligeramente hasta arrojar un superávit de 15,6 mm. $.
Sin embargo, los anteriores datos serán secundarios ante un conflicto creciente con EEUU que seguirá pasando factura al rublo. El viernes, Rusia anunciaba que consideraría cualquier acción estadounidense para restringir las actividades de sus bancos como una “declaración de guerra económica” y tomaría represalias. En esta línea, el ministro de Finanzas de Rusia iba más allá al apuntar que “hemos bajado hasta el nivel mínimo y reduciremos aún más nuestra inversión en la economía estadounidense y en treasuries”. De momento, las tenencias rusas de deuda soberana de EEUU ya habían arrojado un inesperado descenso.
Como podemos apreciar, la realidad emergente no deberá perderse de vista frente a una actualidad en los países desarrollados que no aportará grandes novedades. En EEUU, el viento sigue soplando a favor de la estrategia de endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal, pues el IPC en julio se mantenía estable en 2,9% a. y a nivel subyacente aceleraba ligeramente hasta 2,4% a. Además,la solidez de los precios de los servicios (excluidos los servicios energéticos) con un avance del 3,1% a. desplazaba en importancia a la energía (+12,1% a.), reafirmando las sólidas bases de la inflación estadounidense.
La Fed estaría consiguiendo sus objetivos en materia de inflación y el entorno de actividad también acompaña en EEUU, aunque las ventas minoristas registren un tímido repunte durante el mes de julio.Éstas sufrirán el efecto del ajuste de los precios de las gasolinas y la normalización de las ventas de coches y sus componentes, después de su fortaleza en los últimos meses. Así, lo importante será que, una vez descontadas estas partidas, arrojarán un crecimiento del 0,4% m. La realidad continúa siendo acorde con unos ingresos de los hogares que evolucionan al alza y unos consumidores optimistas, como recordarán el próximo viernes los datos de confianza de Michigan, jugando a favor de la continuidad del buen tono del consumo americano.
En EEUU, junto a los anteriores indicadores, asistiremos a un nuevo avance de la producción industrial en julio y a la mejora de los permisos de construcción e iniciaciones del mismo mes, si bien situándose en niveles inferiores a los de otras fases expansivas ante las limitaciones del sector residencial desde el punto de vista de la oferta.
En conjunto, no estaremos ante datos revolucionarios desde el punto de vista de los mercados en EEUU. De forma que las directrices para los movimientos pueden venir de las noticias ligadas a los distintos conflictos políticos y comerciales que tiene abiertos sus autoridades. Respecto a los segundos, la confirmación del superávit comercial de 24,4 mm. € de Alemania con EEUU durante el primer semestre de 2018 puede rescatar esta situación como “arma arrojadiza”.
El sector exterior sigue siendo el gran punto fuerte de Alemania que el próximo martes dará a conocer la primera estimación de su PIB del 2tr18, el cual esperamos que mantenga sus avances en niveles de 0,3% trim. pero a la sombra de una composición con un menor protagonismo del consumo privado, contrastando con lo ocurrido a principios de año. De forma que el crecimiento alemán convergerá con el 0,3% trim. del conjunto de la UEM cuya segunda estimación también se publicará el martes.
Además de los datos de PIB, conoceremos el retroceso del -0,6% m. de la producción industrial de la zona euro en junio y seguiremos de cerca la balanza comercial del conjunto del área, teniendo menos interés los datos finales de inflación del mes de julio a lo largo de la UEM. De hecho, el mejor resumen de los mismos serán las cifras del conjunto de la Eurozona que reafirmarán el avance del 2,1% a., gracias al repunte del 1,3% a. de la inflación excluida energía y alimentos no elaborados. Tampoco aportará información diferencial el retroceso de la confianza de los analistas e inversores alemanes (ZEW), pues se moverá al son de las últimas noticias y cederá posiciones en agosto.
Luego, cobrará mayor interés las negociaciones presupuestarias en Italia que se dan a la sombra de un nuevo gesto del líder del M5S apuntando que las cláusulas constitucionales que sirven de salvaguarda para las finanzas públicas deberían ser eliminadas. Así que el ruido italiano no cesará, mientras que el euro atesorará pocas fuerzas después de los flujos vacacionales de retorno a EEUU y que, el viernes, se vieron acrecentados bajo la excusa de la exposición empresarial europea a Turquía (en especial de la banca). No obstante, estos flujos de retorno, en busca de un abrigo tranquilo durante las vacaciones, no estarían afectando sólo a Europa al asistir a un movimiento generalizado de fortalecimiento del billete verde, mientras que la rentabilidad de los treasuries evoluciona a la baja.
Finalmente, sólo queda dedicar unas líneas al Reino Unido que sigue atenazado por el riesgo de no llegar a un acuerdo respecto al “Brexit”, pero que el viernes disfrutaba de unos datos de sesgo positivo. El PIB del 2tr18 cumplía con lo esperado al acelerar hasta 0,4% trim., si bien éste convivía con unos datos británicos de gasto en construcción mejores de lo esperado (+1,4% m. en junio) y un avance de la actividad industrial que se veía acompañado del mantenimiento en positivo de la manufacturera.De cara a los próximos días, deberemos permanecer atentos a la estabilización de las ventas minoristas y, sobre todo, al IPC británico cuyo ligero repunte hasta 2,5% a. del índice general contrastará con la estabilidad del subyacente en 1,9% a.
Intermoney Análisis y Estudios. Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.