La clave estará en los contagiados en EEUU
Los estímulos ya están encima de la mesa y han sido francamente ambiciosos, siendo ahora el momento de que las cifras respecto a la evolución del COVID-19 acompañen y, sobre todo, en EEUU.
De momento, en Europa, los últimos datos parecen indicar que podríamos estar ante el esperado pico de contagios en Italia y España y esto resulta una muy buena noticia, primero, desde el punto de vista social y, segundo, en lo que concierne a la economía y los mercados. Sin embargo, no debemos precipitarnos a este respecto y resulta clave que dejemos de utilizar condicionales y podamos utilizar afirmaciones, lo cual nos permitiría atesorar un mayor grado de certeza sobre la duración de esta situación excepcional y, por tanto, de su daño económico. De hecho, está muy presente en el mundo económico que cuando mayor sea la duración de esta situación excepcional, más profunda y difícil de superar será la caída económica. En este sentido, debemos quedarnos con una frase muy acertada del primer Ministro de Italia, Giuseppe Conte: “El problema no es salir de la crisis, sino hacerlo cuanto antes”
En España, durante el fin de semana, conocíamos que la actividad se centrará en los sectores y actividades esenciales mediante la instauración de un permiso retribuido recuperable para los trabajadores no sujetos a ninguna de las 25 excepciones publicadas ayer por la noche en el BOE y que no puedan acogerse al teletrabajo. Un documento que por su propia naturaleza no dice nada de los autónomos, aunque de facto seguramente se les obligue a parar su actividad cuando no estén vinculados con ninguna de las excepciones. De forma que se daba un paso adicional para limitar la movilidad y garantizar en mejor medida el confinamiento de la población que ha demostrado ser la mejor forma de frenar el avance del coronavirus, debiendo tener presente que desde el punto de vista económico resulta preferible una caída algo más acusada de la actividad a que ésta se prolongue demasiado en el tiempo.
El problema es que la medida no está exenta de puntos débiles como que hubiera sido mejor comunicarla con tiempo para facilitar la adaptación de las empresas o que está pensada para los trabajadores por cuenta ajena y no los autónomos, pero de facto estos pueden verse obligados a parar en el nuevo contexto. Además, cabe reconocer que siempre habrá quien defienda una mayor restricción al priorizar la perspectiva sanitaria y otros la contraria al considerar la propuesta demasiado dañina para la actividad. Sin embargo, la realidad es que en China se decidió extender los festivos de Año Nuevo en 3 días a escala nacional, mientras que en grandes urbes se acordó su prolongación durante bastantes más días, hasta el 10 de febrero, y algunas empresas incluso trabajaron con horizontes más lejanos para el progresivo reinicio de su actividad. A la postre, la medida resultó efectiva porque ayudó a limitar el contacto en las calles de las personas asintomáticas o con sintomatología leve que están siendo los grandes propagadores del virus.
Más allá del anterior debate, a muchos lo que les interesará es saber cuál será el impacto para la economía española y, teniendo en cuenta los sectores afectados, el peso limitado del teletrabajo en nuestro país y la caída de la demanda de los hogares ante una situación como la actual, podemos apuntar que nuestra economía podría pasar de funcionar del 60% como lo estaba haciendo en las últimas semanas a hacerlo al 40% en las dos próximas. Por lo tanto y con bastante prudencia, podríamos apuntar que la economía funcionará al 50% durante un mes, lo cual implicaría perder en este periodo algo menos de -3,9 p.p de PIB.
La cifra expuesta en el párrafo anterior resultaría prudente, ya que seguimos a la espera de la evolución del COVID-19 en las próximas semanas, pues aunque apuntásemos al principio que existe una esperanza razonable respecto a que podríamos estar ante el pico de contagios, no debemos engañarnos. El confinamiento puede continuar hasta que no asistamos a cifras verdaderamente reducidas de contagios, ya que un rebrote en el corto plazo representaría un gran fracaso en lo político y tendría consecuencias demoledoras para lo económico. Ante esta realidad, debemos trabajar a la sombra de un escenario intermedio en el que, a partir de mediados de abril, asistamos al relajamiento del confinamiento en las zonas menos afectadas por el coronavirus y esto, desgraciadamente, deja fuera a los dos motores económicos de España: Madrid y Cataluña.
De momento, el próximo jueves podremos empezar a testar el daño económico sufrido por España con datos reales y de gran importancia como es el aumento del número de parados y la caída de afiliados en marzo. En ambos casos, como nos demostraron las peticiones semanales de desempleo en EEUU que se situaron en 3,28 millones y fulminaron las previsiones de 1,7 millones, resulta un brindis al sol la realización de cualquier previsión, ya que distará de ser certera. Así, lo más que puede señalarse es que el incremento del número parados pulverizará su repunte de 198.838 en enero de 2009 y que, seguramente, el pasado trimestre acabe envidiando al 1tr09 cuando la Encuesta de Población Activa informó de la reducción del número de ocupados en 766.000 (-3,86% trim.). En la práctica, las medidas para limitar los despidos sólo maquillarán los datos.
De momento, las encuestas al amparo de la CEOE recogen que la mayoría de los empresarios prevén una caída de sus ventas del 50%, el 28% ha presentado un ERTE y un 37% apunta una reducción de plantilla de hasta el 25%, aunque sea temporalmente. Luego, a corto plazo, el efecto negativo sobre nuestra economía será muy importante, como también lo respalda la comparativa con otros países que aun viéndose azotados (hasta el momento) en menor medida por el coronavirus ya reconocen un freno destacado de su actividad. Éste es el caso de Francia, donde sus autoridades estadísticas estiman que la economía funciona a un 65% de los niveles normales al sufrir una caída del: -89% en la construcción, -52% en la industria no agroalimentaria, -36% en los servicios de mercado y -14% en los servicios no de mercado. En conjunto, ante lo expuesto, las cifras de países como España y Francia llevan a plantear como algo optimistas las estimaciones de la OCDE acordes con una pérdida de PIB de 2 p.p al mes en las grandes economías afectadas por la crisis sanitaria.
Las cuestiones expuestas seguirán estando muy presentes en los mercados, si bien no podemos negar que la gran clave está en EEUU que representa casi el 25% del PIB nominal en el mundo y donde los casos de COVID-19 crecen de forma importante en número absolutos, aunque de forma algo más comedida en términos porcentuales. Trump en la noche del domingo ya apuntaba que el pico del coronavirus en EEUU podría producirse en 2 semanas y señalaba el mantenimiento de la guía de actuación hasta finales de abril, aunque al mismo tiempo se mostraba contrario a las grandes cuarentenas en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut y apoyaba el confinamiento de áreas concretas de dichos estados. De nuevo, el problema radica en que la acción presidencial sigue sin ser clara respecto al control del coronavirus y esto puede ser asumible siempre y cuando no se dé un estallido de la enfermedad. Luego, resulta vital que el número de contagiados no se dispare en EEUU y, sobre todo, que los inversores crean que eso no ocurrirá, si bien los riesgos a este respecto todavía son importantes y nos llevan a estimar una recaída adicional de los mercados antes de que empiece a tomar forma la recuperación definitiva de estos.
Luego, la atención de los inversores pasará de centrarse en unos estímulos ya descontados a hacerlo en la mera evolución del COVID-19. El impulso gubernamental y de los bancos centrales de los últimos días no volverá a repetirse, debiendo tener en cuenta que en los países del G-10 se han recortado los tipos en más de 300 p.b desde el 3 marzo (más de 3.000 p.b a escala global), la Fed, el BCE, el BoJ, el BoE y el PBoCh están llevando a cabo estímulos por valor cercano a 6 billones $ (casi el 10% del PIB en sus países de responsabilidad) y las naciones del G-20 han lanzado planes de apoyo a la economía valorados en más de 5 billones $.
Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.