Otra semana para olvidar
Las últimas noticias conocidas apuntan a otra semana realmente complicada en los mercados ante un escenario en el que poco pueden hacer los bancos centrales para frenar los temores de los mercados y la caída de la actividad, pues depende de una cuestión que no controlan la extensión del virus COVID-19.
A este respecto, las últimas noticias son preocupantes ya que en Nueva York se ha confirmado 16.887 casos y concentraría casi el 5% de los casos a nivel mundial, obligando al cierre de todos los comercios esenciales del estado y la prohibición de las reuniones de cualquier número de personas para frenar el avance del nuevo coronavirus.
El viernes, las primeras medidas de confinamiento en EEUU ya provocaban otra fortísima caída del S&P500 hasta saldarse su semana con pérdidas del -14,98% que lo convertían en el peor periodo desde 2008. Desgraciadamente, la situación ha empeorado de forma significativa durante el fin de semana y ya estamos ante una situación de cuarentena en todo el estado de Nueva York. En palabras de su gobernador: “El 100% de la fuerza laboral debe quedarse en casa” en el caso de “servicios no esenciales”. Una situación que deparará un problema adicional y es que la operativa de los inversores en una plaza clave como Nueva York, a pesar de las nuevas tecnologías, será menos ágil y esto puede lastrar la liquidez de los mercados en un momento ya de por sí complicado.
En paralelo, California también ha avanzado hacia una cuarentena global y los problemas son importantes en el estado de Washington, extendiéndose a su vez el virus en el coste este más allá de Nueva York. Por lo tanto, regiones de EEUU caracterizadas por su pujanza se verán obligadas a un freno en seco de su actividad, debiendo tener en cuenta un acercamiento algo simple al PIB pero bastante ilustrativa. En el caso de dividir el PIB de un país en partes iguales de 52 semanas, en cada uno de estos periodos se produciría el 1,92% de dicho PIB. Así que, a partir de esta referencia, podemos empezar a hacer cada uno el impacto de la preocupante situación que vivimos en EEUU y otros países.
Mientras tanto, seguimos perdiendo puntos de apoyo para la economía mundial en otros lugares como la India, donde su gobierno optaba por parar todas las actividades no esenciales a partir del lunes y, al menos, hasta finales de mes, al tiempo que suspendía el transporte público interurbano e, incluso, dentro de grandes urbes. La respuesta de la bolsa india no se hacía esperar con caídas superiores al 10% que llevaban a suspender temporalmente su negociación, mientras que la rupia registraba nuevos mínimos históricos frente al dólar al ceder hasta 76,04 unidades por billete verde al ceder un 1,15%.
Las medidas para frenar el COVID-19 no acababan aquí y, de hecho, Nueva Zelanda tomaba la decisión de asilarse respecto al resto del mundo, Emiratos Árabes Unidos apuntaba hacia la suspensión de todos los vuelos y, en España, abordamos una prolongación del estado de emergencia que, seguramente, no sea la última. Ante esta coyuntura, las caídas que dominaban en Asia, a excepción del Nikkei, lo decían todo respecto a lo complicado de la nueva semana que volveremos a vivir.
Las operaciones de compra de bonos por valor de 800 mm. ¥ en deuda pública de entre 3 y 10 años que lanzaba el BoJ, se antojan un bálsamo poco duradero al igual que las adquisiciones comandadas por el banco central de Australia o el hecho de que su homólogo de Nueva Zelanda se lance a los estímulos cuantitativos. Las alarmas vuelven a saltar en los mercados y la mejor prueba de ello es el futuro del S&P500 cuya caída, un poco antes de las 7h, rondaba el -4,7%.
Las últimas informaciones apuntan a un freno de la economía mundial todavía más generalizado y esto se traducirá en una caída mucho más profunda e intensa de lo inicialmente esperado, pero también a un recuperación más costosa. Un escenario que inquieta cada vez más a los inversores, sobre todo, porque todavía no se puede divisar el suelo, explicando cuestiones como el diferencial de los bonos basura en EEUU haya tocado cifra de 1.000 p.b y el crédito dé señales inquietantes en ambos lados del Atlántico.
En esta coyuntura tampoco ayudan informaciones como que los demócratas podrían estar demorando la aprobación de los paquetes de estímulo; cuestión que creemos se resolverá inmediatamente ante el rápido deterioro de la economía estadounidense. Desgraciadamente, debemos insistir, en que los estímulos de entre 1,3-1,4 billones $ que espera implementar la Casa Blanca, sumadas a algunas ayudas crediticias que pueden llevar el valor total del paquete de medidas hasta 2 billones $, sólo limitarán algo los difíciles momentos que todavía están por llegar a corto plazo.
De forma que medidas tan ambiciosas como los planes del Congreso de los EEUU para legislar a favor de que la Reserva Federal continúe llevado a cabo acciones de emergencia con el fin de apoyar a la deuda corporativa, no tendrán el efecto de deseado revulsivo positivo en el arranque de la semana. Unos planes que se traducirían en vía libre para que la Fed expanda sus compras de bonos corporativos en una acción conjunta con el Tesoro de EEUU, como así lo comunicaba su secretario, Steve Mnuchin. En concreto, el programa de financiación para ayudar a la economía estadounidense podría contar con 4 billones de $. y llegaría después de que, el viernes, la Fed también tuviera que salir en apoyo del mercado de deuda estatal y local a través del Money Market Mutual Fund Liquidity Facility (MMLF). Un mecanismo a través del cual la Fed de Boston pondría a disposición de las instituciones financieras elegibles préstamos garantizados por ciertos activos de alta calidad vinculados con estados y municipios. Todo ello, al tiempo que durante el fin de semana la Fed redoblaba sus esfuerzos para que la industria bancaria facilitase nuevos préstamos y aliviase las condiciones de los existentes a los agentes económicos afectados por la crisis sanitaria.
La situación de emergencia, a pesar de que no serán la panacea a corto plazo, sigue demando medidas rápidas y esto, seguramente, hará que el ambicioso paquete de medidas planteado por la Casa Blanca salga adelante en los próximos días, a pesar de lo espinoso de ciertos puntos para los demócratas. Por ejemplo, estos tendrían algunas diferencias con los republicanos en cuanto a los 500 mm. $ destinados a rescatar a grandes compañías o los 50 mm. $ asignados a las aerolíneas. Asimismo, los demócratas estarían exigiendo garantías de que las compañías que reciben ayuda del gobierno no puedan recomprar acciones y restrinjan los pagos a la cúpula directiva.
Más allá de EEUU, el ambicioso plan de estímulos anunciado por Alemania durante el fin de semana también chocará con la dura realidad de las medidas para frenar la expansión del coronavirus y que ahogan la actividad económica a corto plazo, haciendo que cualquier apoyo gubernamental parezca poco. Hoy, con Merkel en cuarentena, los alemanes deberían dejar atrás 6 años de austeridad fiscal al aprobar su gobierno un nuevo paquete por valor de 356 mm. € equivalente al 10% del PIB del país y que marcará una nueva era en la política fiscal de Alemania, después de que, en una medida sin precedentes, la Comisión Europea propusiese el pasado viernes la suspensión para 2020 de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
La cifra de 356 mm. € sería resultado de un presupuesto suplementario de 156 mm. € para 2020 y un nuevo fondo de estabilización económica de 100 mm.€ (WSF por sus siglas en alemán) que podrá tomar participaciones directas de capital en empresas afectadas por la crisis. Asimismo, se articularán garantías estatales por valor de 400 mm. € para respaldar la deuda empresarial, sumando directa e indirectamente el apoyo a las empresas alemanas hasta 500 mm. €. Unas medidas que se verían completadas con un préstamo de 100 mm. € al banco estatal de desarrollo Kfw con el de proveer a las compañías afectadas por la crisis un importante volumen de crédito.
De vuelta el mecanismo WSF, sólo cabe apuntar un par de cuestiones importantes como que estamos ante la reactivación del Soffin, un vehículo gubernamental creado en 2009 para rescatar a bancos en problemas y que no solo suscribirá deuda de las empresas de Alemania, sino que también podrá inyectar capital en compañías en crisis. No obstante, tan importante como este hecho era que los planes alemanes implicarán la emisión de deuda por valor de 156 mm. € y esto dará, indirectamente, un importante respiro a corto plazo al BCE.
Al cierre de febrero, el BCE rozaba los límites de deuda pública alemana que puede poseer al contar con el 32,7% de los títulos germanos en circulación. Así que, entre el margen todavía existente y la nueva deuda que emitirá Alemania, contaría con un respiro temporal de casi 60 mm. €; suficiente como para retrasar en el tiempo la espinosa cuestión de los “límites autoimpuestos”. Sin embargo, esto puede ser lo de menos para nuestro banco central en una semana en la que, seguramente, se vea obligado a dar nuevos pasos, como también ocurrirá en el caso de los políticos a nivel europeo.
En el momento actual, hemos pasado a una nueva fase en la que resulta clave la coordinación paneuropea y en la que desde el sur se pide un plan Marshall de infraestructuras o mayor implicación del BEI a las instancias europeas. Dos cuestiones necesarias, si bien antes será el turno para que el Eurogrupo, el martes, clarifique cuál va a ser el papel de los algo más de 400 mm. € aparcados en el ESM. Unos recursos que se tornan claves para afrontar esta crisis, debiendo ser movilizados cuanto antes. De hecho, lo ideal sería que el encuentro de los jefes de Estado del jueves diese luz verde a su movilización definitiva.
Más allá de los distintos estímulos y la extensión del coronavirus, esta semana habrá que prestar especial atención a las referencias macroeconómicas ya que llegará la gran referencia esperada por el mercado: los principales indicadores adelantados. Estos describirán un escenario de desplome de la actividad, superando sus caídas las previsiones de mercado, aunque esto no será muy significativo, dado que en la coyuntura actual resulta muy compleja la realización de previsiones certeras.
En el caso de los PMI asistiremos a cifras en la UEM bastante por debajo de las cotas de 39 y 40 esperadas por el mercado para los indicadores manufacturero y de servicios, respectivamente, al tiempo que en EEUU ambos indicadores se acercarán a niveles de 40. Tampoco serán mucho mejores la segunda estimación de los IFO, en cuyo caso asistimos a una segunda estimación para el mes de marzo que no depara nada bueno ante lo excepcional de la situación. De hecho, las perspectivas de cierre obligado de la actividad en el entorno europeo golpearán a los indicadores apuntados y, sobre todo, a las cifras de confianza en Italia, dado lugar en todos los casos a niveles que apuntan una situación depresiva de la actividad a corto plazo.
El batacazo será extensible a la confianza de los consumidores de la UEM del mes de marzo elaborada por la Comisión Europea (-18 pts) y a la de los alemanes en abril, según el instituto GfK (7,4 pts), así como las confianzas de los industriales y consumidores franceses de marzo (88 y 87 pts, respectivamente). Tampoco escaparán del extremo pesimismo los índices de confianza de los consumidores estadounidenses al verse golpeados por el temor a un escenario de confinamiento forzoso, dejando esto huella en el índice de la Universidad de Michigan.
Históricamente, la mayor diferencia entre la lectura preliminar y final de la confianza de Michigan, en términos absolutos, ha sido de casi 7 puntos y, en esta ocasión, no descartamos que se pueda dar un deterioro de dicha cuantía en la referencia de marzo (84 pts). No obstante, algunas referencias en EEUU todavía se mantendrán a salvo de la incertidumbre debido a que dan información mirando al pasado, siendo éste el caso de las ventas de viviendas nuevas de febrero que volverán a arrojar un muy buen comportamiento (740.000 a.) al poner en valor los efectos positivos de un clima más cálido de lo habitual a comienzos de año. Sin embargo, es de esperar que las cifras del sector residencial empeoren en próximas lecturas al normalizar los patrones climáticos durante la temporada de primavera y, sobre todo, empezar a sufrir el impacto negativo de las medidas de cuarentena.
Al igual que sucederá con las ventas de viviendas nuevas, los datos de gasto e ingreso personal de febrero proporcionarán una idea del contexto del consumo estadounidense antes del impacto del virus. De hecho, al ser indicadores atrasados, perderán valor para los mercados, incluso aunque el gasto personal sorprenda ligeramente a la baja con un avance del 0,1% m. en febrero a la sombra del mal dato de ventas minoristas. De la misma forma, el avance del 0,4% m. del ingreso personal se verá desdibujado por lo que pueda pasar en marzo, cuando la crisis sanitaria ya se dejará notar en los indicadores de EEUU.
Finalmente, en la anterior línea, las miradas en EEUU empezarán a estar en el aumento de los subsidios por desempleo y en la referencia de 660.000 de comienzos de 2009, a medida que las cuarentenas se suceden en áreas económicas claves del país. Una situación que no pasa desapercibida para algunos miembros de la Fed como James Bullard, quien estimaba que el impacto del coronavirus y las medidas para atajarlo en la economía de EEUU podrían llegar a disparar el desempleo hasta el 30%; cifra más alta que en la Gran Depresión y tres veces superior a la enfrentada en la crisis financiera de 2008. En términos de PIB, Bullard estimaba el potencial coste en 2,5 billones de $.
Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.