Trump quiere el acuerdo y presiona con los aranceles
El domingo, el propio Trump dejó claro que los aranceles serían la vía para precipitar el acuerdo con China.
La heterodoxa estrategia negociadora del presidente de EEUU hará que el comercio vuelva a estar en el centro de todas las miradas en el inicio de la semana, pues pasábamos de un escenario en el que se especulaba con cesiones de los estadounidenses en cuestiones como la ciber-seguridad a otro muy diferente. En primer lugar, al inicio del fin de semana, el vicepresidente Pence se encargó de enfriar los ánimos y rectificar ciertas especulaciones al señalar que Trump “permanecería firme” en su demanda de cambios estructurales de las prácticas comerciales chinas y que los aranceles formarían parte de los mecanismos de presión a China.
En segundo, el domingo, el propio Trump dejó claro que los aranceles serían la vía para precipitar el acuerdo con China. El presidente de EEUU, vía Twitter, anunció que el próximo viernes los aranceles aplicados a productos chinos por valor de 200 mm. $ pasarían del 10% al 25%, escudándose en que las negociaciones avanzan, pero lentamente y, además, los chinos aspiran a renegociar ciertos puntos.
La estrategia negociadora de Trump se endurece y esto puede tomarse como sinónimo de prisas para alcanzar un acuerdo, aunque a corto plazo sólo causará ruido ya que se propone el incremento de los aranceles existentes y la sombra se extiende a otros productos al recordarse que en EEUU entran otros 325 mm. $ en bienes chinos “sin gravarse”. De momento, el anuncio realizado debe considerarse como un mecanismo de presión ante la llegada del vicepresidente chino a Washington, el próximo miércoles, ante unas negociaciones que se encuentran “en su fase final”, de acuerdo con los estadounidenses.
En principio, a finales de esta semana, el equipo negociador estadounidense debería estar en la posición de recomendar un acuerdo a Trump o decidir que éste no es posible. Ante esta fecha límite, las autoridades de EEUU querrían más garantías y cesiones “estructurales” (subvenciones, propiedad intelectual…), considerando insuficientes algunos de los gestos chinos: bajada de los aranceles a los vehículos importados de EEUU, la reanudación de la compra de soja, la presentación de un proyecto de ley para prohibir la transferencia forzada de tecnología…
No obstante, en nuestra opinión, el escenario central sigue siendo acorde con la consecución de un acuerdo comercial durante la primavera ya que, como apuntábamos anteriormente, consideramos que estamos ante un mecanismo de presión. De hecho, esgrimir los aranceles puede considerarse como un recordatorio de que éstos serán el verdadero mecanismo que garantice el cumplimiento de los acuerdos, asistiendo a un planteamiento en el que estos podrán aumentar o reducirse según se atestigüe que China cumple con su parte. Luego, este mecanismo de presión no debe hacernos olvidar lo “esperanzado” que Trump continúa estando hacia el acuerdo, aunque hoy los mercados bursátiles chinos empezaran la semana con fuertes descensos (-5,8% para el CSI300) amparándose también en el ligero retroceso del PMI compuesto patrocinado por Caixin en abril (-0,2 puntos hasta 54,7).
Una vez tratada la principal novedad en el arranque de la semana, se impone centrarnos en el Viejo Continente. La semana pasada, las primeras estimaciones de los PIBs del 1tr19 deparaban sorpresas positivas en países como España y, especialmente, en Italia al cosechar un crecimiento del 0,2% trim. Un avance sustentado en la demanda externa y no desde una perspectiva realmente positiva, dado que los datos disponibles apuntan un tibio repunte de las exportaciones frente al efecto mucho más importante de la fuerte caída de las importaciones (ligada a la debilidad de la demanda interna).
La anterior circunstancia evidencia los endebles cimientos de la sorpresa al alza del PIB de Italia y esto hace que el escenario central continúe siendo acorde con un desempeño débil de la actividad en el corto plazo. De hecho, el próximo viernes incidirán en esta línea, los ligeros cambios de las ventas minoristas y el paso atrás de la industria transalpina en el mes de marzo, después de su ilusionante arranque de año. Sin embargo, el problema no estribará en el descenso de la actividad industrial italiana en un -1,0% m., dado que no pondrá en entredicho la consecución de un positivo 1tr19, sino en que la patronal transalpina Confindustria prevé la continuidad de los retrocesos en abril y estima que ascenderán al -0,5% m. en dicho mes. Por lo tanto, no podremos descartar un desempeño algo peor de la actividad en Italia durante el 2tr19, chocando con la realidad de la sorpresa al alza del PIB del 1tr19 que se dejará sentir en la actualización de las previsiones de la Comisión Europea.
El próximo martes, la Comisión publicará sus estimaciones de primavera que, a diferencia de las de invierno, supondrán una revisión completa de las cifras de los distintos países. En el caso de Italia, la mencionada sorpresa del 1tr19 ayudará a que la previsión de crecimiento para el conjunto de 2019 se mantenga en el 0,2%, dado que las previsiones anteriores partieron del estancamiento de la actividad en el arranque del año frente al avance del 0,23% trim. que realmente se producía. Una circunstancia que supondrá un alivio para Italia, pero que no será la decisiva al estar todas las miradas puestas en las cifras relativas a las cuentas públicas.
El pasado otoño, cuando la Comisión Europea hizo público su último ejercicio completo de previsión, estimó que el déficit público de Italia alcanzaría el 2,9% del PIB y el estructural un 3,0% en 2019. Desgraciadamente, desde entonces, la situación ha empeorado de forma importante y no sólo porque las estimaciones de crecimiento para el país hayan pasado de cotas algo superiores al 1% a coquetear con el estancamiento en 2019, sino porque los planes presupuestarios del gobierno han engordado el problema y se han sumado a las desviaciones al alza del déficit en el pasado reciente. El déficit público acabó 2018 en -2,1% y las autoridades italianas ya han revisado al alza el objetivo para 2019 desde -2,04% hasta -2,4%. Unas cifras que se antojan poco realistas, esperando que las previsiones de la Comisión Europea sean acordes con números superiores al 3%, tanto para el déficit público nominal como para el estructural.
La situación relatada adelanta un nuevo enfrentamiento entre Bruselas y Roma, aunque éste llegará después de las elecciones europeas de finales de mes. A las autoridades comunitarias les preocupa el avance de los populismos y no tensarán la cuerda de forma inmediata, siendo las mencionadas elecciones una cuestión que también tendrán muy presente los inversores en las próximas semanas. Europa, a ojos de un inversor estadounidense, se ha convertido en una región que ofrece poco recorrido para el crecimiento y bastantes riesgos políticos, saliendo esta cuestión nuevamente a la luz con la campaña electoral europea. De momento, el líder de La Liga, Matteo Salvini, ya afianza su alianza con el primer Ministro húngaro, Viktor Orbán.
La cercanía de las elecciones europeas también tendrá un efecto colateral en forma de resurgimiento de los contactos en Reino Unido para alcanzar un acuerdo político interno que permita hacer realidad el “Brexit”. May ya no descarta la permanencia en la unión aduanera y Corbyn rechaza la celebración, a toda costa, de un segundo referéndum; cesiones importantes que allanan el camino para un acuerdo que resulta necesario para conservadores y laboristas. Una situación que era puesta en evidencia por sus malos resultados en las elecciones locales que han tenido lugar la semana pasada en Reino Unido. Finalmente, los conservadores rebasaban las peores estimaciones y perdían 1.330 representantes locales, además de 44 condados. Por su parte, los laboristas también cedían pero en mucha menor medida (84 representantes y 6 condados), contrastando con el éxito de los liberales y los avances de partidos independientes e, incluso, de los verdes.
El retroceso en las elecciones municipales era citado por May en un artículo en el que, este fin de semana, le urgía a Corbyn a lograr un acuerdo respecto al “Brexit”. Luego, esta cuestión volverá a ganar protagonismo y dejará en un segundo plano los importantes indicadores macroeconómicos del próximo viernes en el Reino Unido. Estos darán la razón al gobernador del BoE al describir un escenario que sería acorde con mayores tipos, de no ser por la incertidumbre emanada del “Brexit”. Los inversores dibujan un escenario de tipos francamente laxo en el Reino Unido y sólo asignan una probabilidad del 38,7% a una subida de los mismos en marzo de 2020, lo cual choca con la realidad económica del país. El viernes, conoceremos el sólido avance del PIB en el 1tr19 (+0,5% trim.) y, aunque sea por la mínima, el aumento de la producción manufacturera por tercer mes consecutivo.
El crecimiento del PIB del Reino Unido se sustentará en el repunte del gasto público y privado, pero también en la acumulación de inventarios vinculada al “Brexit”. La falta de visibilidad hacia el proceso de salida de la UE ha llevado a muchas empresas a acumular inventarios de forma preventiva y esto también será visible en el destacado avance de las importaciones. De acuerdo con el consenso de Bloomberg, la medición de las importaciones en el PIB arrojará un incremento del 4,5% trim. que será reafirmado por los datos de balanza comercial que conoceremos también el mismo viernes.
Luego, la incierta salida de la UE pasará factura al crecimiento de la actividad en el Reino Unido desde el punto de vista de las importaciones y, también, de la inversión empresarial que experimentará el quinto trimestre consecutivo de retrocesos. A cambio, el gasto en construcción arrojará un buen 1tr19, a pesar de su tropiezo en marzo.
El “Brexit” nos devuelve a la actualización de las previsiones de la Comisión Europea, pues seguirá identificándose como uno de los principales riesgos tenidos en cuenta a la hora de elaborarlas. No obstante, en lo que concierne a nuestro país, estaremos más atentos a lo que se apunte de las cuentas públicas ya que las previsiones de crecimiento, como mucho, experimentarán cambios residuales respecto a la última estimación. En febrero, Bruselas estimó un avance de la economía española del 2,1% en 2019 y 1,9% en 2020.
Por lo tanto, la clave estará en las previsiones de Bruselas respecto a nuestro déficit público y éstas adelantarán un “toque de atención” durante el mes de junio. En otoño, la Comisión ya predijo un déficit público del -2,1% en 2019 y, seguramente, esta cifra sea revisada al alza hasta cotas de -2,4% frente al 1,8% pactado con Bruselas. Sin embargo, el problema no radica en esta cifra, sino en el déficit estructural; en otoño, se estimó su estabilidad en el -3,1% desde 2018 hasta 2020 y, ahora, estas cifras pueden revisarse al alza. Luego, quedaría muy lejos nuestro compromiso de minorar dicho déficit estructural en una proporción equivalente al 0,65% del PIB entre 2019 y 2020.
Las cifras de Bruselas ensombrecerán el avance del 0,4% m. de nuestra producción industrial en marzo, después de su mal mes de febrero caracterizado por los descensos generalizados en las principales componentes. Otra cuestión serán las cifras de mercado laboral de abril en España, las cuales se analizarán en detalle para poner el acento en su menor dinamismo y no en base a la caída bruta del número de parados en cerca de 70.000 personas, sino de los datos ajustados de estacionalidad de desempleo y afiliaciones. Por ejemplo, en el caso del número de parados, su descenso de marzo representó sólo el 39,3% de la cifra de 2017 y el 62,7% de la correspondiente a 2018.
En cuanto a Alemania, los datos industriales y de comercio competirán en importancia con las previsiones de Bruselas. En lo que llevamos de año, se han sucedido las revisiones a la baja respecto al crecimiento germano en 2019 y el máximo exponente de ello han sido los cinco grandes institutos germanos de análisis económico y las propias autoridades alemanas. En cuanto a los primeros, la media de sus estimaciones arroja cifras de crecimiento del 0,7% para el presente año, mientras que las segundas se muestran aún más cautas ya que el ministerio de Economía germano apunta un avance del 0,5%.
Las previsiones de la Comisión Europea no distarán mucho de las anteriores y, previsiblemente, sean revisadas a la baja hasta esbozar un crecimiento en el rango 0,5%-0,7% para Alemania en 2019 frente al 1,1% previsto en invierno. Una revisión cuyo efecto arrastre también se dejará notar en las estimaciones de crecimiento para 2020, las cuales esperamos que sean rebajadas desde 1,7% hasta 1,5%. De forma que no habrá grandes novedades a este respecto, estando la gran clave en la ratificación de la senda de recuperación y esto llevará a que las miradas se dirijan a las tasas trimestrales, las cuales deberían ser acordes con cifras de 0,4% trim. en la segunda mitad de 2019.
A la postre, en clave europea, las estimaciones de la Comisión pueden inyectar algo de ruido en la deuda transalpina aunque, a nivel agregado de la Eurozona, los inversores se quedarán con el mantenimiento de un perfil acorde con un escenario de recuperación. Un hecho que representará un importante puntal para las bolsas del Viejo Continente, sobre todo, al verse acompañado por el repunte de las órdenes industriales en Alemania y unas ventas minoristas de la UEM que, con su estancamiento en marzo (0,0% m.), consolidarán sus avances de principios de año.
Otra cuestión será el cruce entre el euro y el dólar, dado que en la primera parte de la semana la moneda comunitaria puede ganar algo de terreno para, posteriormente, ceder el viernes con las cifras estadounidenses de inflación. El pasado miércoles, Powell dejaba la puerta abierta a la posibilidad de asistir a movimientos de tipos en ambas direcciones y achacaba a cuestiones pasajeras el paso atrás de la inflación, lo cual será ratificado por el IPC subyacente de abril al repuntar hasta 2,1% a.
Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.