Estrenamos una semana con una nueva postura de la Reserva Federal y de Jerome Powell, que como era de esperar, aprovechó la reunión de Jackson Hole para confirmar algo que todos esperábamos. El mandatario del banco manifestó que “Ha llegado el momento de ajustar la política monetaria. La dirección para seguir está clara”. Una frase que refleja claramente el nuevo horizonte al que se enfrenta la Fed y que, por tanto, el momento de comenzar el ciclo de flexibilización será en septiembre. Eso sí, también advertía el hecho de que el momento y el ritmo de los recortes de tasas dependerán de los datos entrantes, las perspectivas en evolución y el equilibrio de riesgos. Ninguna pista se arrojaba de la magnitud del movimiento que pudieran acometer, pero encontrábamos interesante un detalle de su intervención en el que abrían la puerta a actuar más agresivamente ya que, en sus propias palabras, “El nivel actual de nuestro tipo de interés oficial nos da un amplio margen para responder a cualquier riesgo que podamos afrontar, incluido el riesgo de un debilitamiento adicional no deseado de las condiciones del mercado laboral”.
La Reserva Federal está al borde de un punto de inflexión clave en su batalla contra la inflación. Después del ciclo de endurecimiento, llegó la etapa del mantener los tipos altos durante más tiempo, y ahora toca comenzar la siguiente fase. También escuchábamos frases a las que no estábamos acostumbrados, como la afirmación de Powell de que “no buscamos ni damos la bienvenida a un mayor enfriamiento de las condiciones del mercado laboral”. La desaceleración en el mercado laboral se aprecia de forma nítida, y Powell también era optimista en cuanto a reconocer el progreso reciente en la inflación, que está en un camino sostenible hacia el nivel objetivo del banco. Con esa confianza, es normal que ahora la postura se incline más hacia defender la actividad contra un deterioro más agresivo de la economía, esperando evitar otro error de política al pasarse de frenada, después de que ya se acusase el banco de actuar de manera tardía al comienzo de la fase inflacionaria.
No hay que olvidarnos de que una buena cantidad de miembros del FOMC también dejaban ver sus posturas, y algunos de ellos sí se mojaban más en cuanto a sus preferencias. Era el caso de Bullard, que para él «En este momento, probablemente no necesiten bajar 50 puntos básicos», ya que desencadenaría en el mercado expectativas sobre un ritmo de recorte de tasas realmente rápido en su opinión. Por otro parte, miembros como Collins o Harker defendían que el ritmo de los recortes debería ser «gradual» y «metódico». Nosotros creemos que la magnitud del recorte dependerá de los datos, y es que antes de la reunión de septiembre aún conoceremos un informe de empleo y de precios. Respecto al mercado laboral, si las nóminas se sitúan por debajo del umbral de 100.000 y la tasa de desempleo sube al 4,4%-4,5% lo más probable es que el recorte fuera de 50 p.b., pero si estamos más en el umbral de 150.000 con un desempleo del 4,2%-4,3% es más plausible un recorte de 25 p.b.
Como decimos, ahora hay un cierto miedo de que la política monetaria restrictiva acabe por causar un daño mayor a la actividad. La incertidumbre económica, que empieza a acechar a medida que el consumo se resiente ha influido en que las empresas también acaben por reducir sus inversiones. Esto lo apreciábamos con las órdenes industriales de julio, que conocíamos el lunes y a las que había que depurar de la lectura general. El informe de órdenes de bienes duraderos de julio vuelve a acentuar que los datos económicos apuntan a una desaceleración del crecimiento. Es cierto que los nuevos pedidos de bienes duraderos aumentaron un +9,9% en julio, más del doble que lo que pronosticábamos, pero había cierta trampa si consideramos que el incremento fue impulsado por los aviones de defensa, que subieron un +12,9% en el mes (frente al -4,8% anterior). Por ejemplo, Boeing apuntó 72 pedidos en julio, frente a 14 en junio. De hecho, si atendemos a los pedidos de bienes de capital más básicos, estos se contraían de junio a julio en un -0,4% m., y dado que esta es la partida clave para el PIB, vemos que el comienzo del tercer trimestre empieza de forma muy negativa.
En este contexto, cabe destacar que la reducción de las inversiones de las empresas se está viendo influidas no sólo por el horizonte más sombrío de la actividad, sino por la incertidumbre sobre las elecciones presidenciales. La contienda entre dos candidatos cuyos programas en lo concerniente por ejemplo a impuestos de sociedades difieren enormemente, es un lastre para las compañías norteamericanas. Entre la propuesta de impuesto de sociedades de Trump y la de Kamala Harris hay unos 20 p.p. de diferencia, y esto genera bastante incertidumbre, puesto que la elección de uno u otro afectaría notoriamente a los planes empresariales.
El caso es que, volviendo a Jackson Hole, este no era exclusivo para los del FOMC, y nueve miembros del Consejo de Gobierno del BCE se unían al evento, dejándonos matices interesantes de cara a la próxima reunión. Empezando por el que más desentona de la línea mayoritaria, Holzmann, en su línea dura habitual, era el más escéptico ante un nuevo recorte de 25 p.b. en septiembre, advirtiendo que las tasas de interés no necesariamente se reducirán el próximo mes. No sorprende a nadie esta divergencia frente a los otros miembros, puesto que el austríaco ya fue el único que se posicionó contra el primer recorte de tasas del BCE en junio. De la misma forma que en junio, no creemos que su postura cuente con muchos adeptos. La creciente debilidad en la actividad económica europea y una inflación que prosigue su camino descendente son señales que anticipan que nuestro banco volverá a mover ficha.
Eso es compartido por la línea mayoritaria. Por ejemplo, Kazaks, con los datos que tenemos en este momento, estaría “muy abierto a discutir otro recorte de tasas en septiembre” e incluso si la inflación sigue moviéndose lateralmente en los próximos meses, es consistente con más recortes de tasas tras el de septiembre. Eso sí, para él un enfoque gradual y paso a paso para los recortes de tasas será lo mejor. El portugués Centeno mantenía un discurso similar, defendiendo un recorte en septiembre, pero sin comprometerse aun específicamente a otro movimiento en diciembre, y dejarlo en función de los datos. Centeno centraba su intervención en el mercado laboral, ya que la duda para él está en la apuesta es si el empleo se mantendrá en el contexto de una economía estancada o no.
Se aprecia de forma clara que los responsables del BCE parecen más preocupados por el crecimiento, y es que el segundo semestre ha vuelto a poner de manifiesto la fragilidad de la actividad económica en la zona euro, principalmente en Alemania. A falta de conocer mañana la cifra final del PIB para el 2tr24, la lectura preliminar sorprendió negativamente al volver a entrar en territorio contractivo (-0,1% trim.) y eso explica por qué la confianza dentro del país está disminuyendo, sobre todo en la perspectiva sobre la situación económica actual. Sin ir más lejos, en los IFO que conocíamos este mismo lunes, el indicador de sentimiento sobre la situación actual descendió hasta los 86,5 pts (desde los 87,1 anterior), mientras que el IFO empresarial lo hacía a 86,6 pts desde 87,0 ant. La esperanza cíclica que se apoderó de la economía alemana en los primeros meses del año cuando parecía que se empezaba a recuperar, ahora ha desaparecido. La debilidad de sus socios comerciales como, primero China, y ahora más reciente EEUU no ha ayudado precisamente a una economía que ya aquejaba muchos problemas en su industria, y ve cómo la demanda embalsada que se destinaba a servicios se va agotando.
En el sector manufacturero, el índice descendió considerablemente tanto en la percepción sobre la situación actual como en las expectativas, que cayeron al nivel más bajo desde febrero. Y como decimos, el sector terciario está dejando de ser un sostén a la actividad. En el sector servicios, el clima empresarial se deterioró. Esto se debió, en particular, a las expectativas escépticas. Al menos sigue con la fuerza suficiente como para hacer resistir el mercado laboral, que sigue siendo lo que mejor se comporta de la economía germana. Pero incluso aquí nos tenemos que mantener cautos, dado que el creciente número de insolvencias y los anuncios individuales de empresas sobre próximas reestructuraciones de empleo puede ser un riesgo significativo para el desempleo.
Fuente CIR (CIMD Intermoney Research).
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