¿Está en peligro la gestión activa?
Sigue creciendo la popularidad de la gestión pasiva y la tendencia hacia este modelo de gestión es cada vez mayor. Según los datos publicados por Reuters, más de la mitad de las entradas netas que recibió la industria de fondos europea en 2016 iban dirigidas a productos pasivos.
Más allá de Europa, este cambio de tendencia está afectando a la industria a nivel mundial. De acuerdo con el informe de flujos anuales de Morningstar, la brecha entre reembolsos en fondos de gestión activa y las suscripciones a productos pasivos es cada vez mayor.
Una de las causas, a las que se le atribuye esta variación en el comportamiento tradicional del inversor, es la diferencia de precio que presentan ambos modelos de gestión. En tiempos de crisis y bajas rentabilidades, las comisiones de los fondos pasan a ser un factor decisivo a la hora de elegir un producto de ahorro o inversión.
Por ello, con el fin de combatir esta situación, la industria se ha visto obligada a abaratar las comisiones y no perder competitividad en el mercado. Los grandes avances tecnológicos han permitido abaratar los procesos de contratación y seguimiento, dejando intacta la calidad del producto y mejorando la calidad del servicio. Gracias a estos desarrollos, la gestión activa lucha por mantener su sitio en el mercado con comisiones competentes y equipos expertos que presentan resultados consistentes.
Y es que, aunque su coste elevado haya debilitado el atractivo de este tipo de estrategia, no quiere decir que haya desaparecido su valor. Muchos productos de gestión activa siguen siendo a día de hoy mejor apuesta, gracias al equipo de profesionales detrás de la gestión y el rendimiento que pueden llegar a alcanzar. Los ajustes de comisiones y la lucha por disponer del mejor equipo gestor está resultando en productos de gestión activa más transparentes, que buscan adaptarse a las necesidades de cada cliente.
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