Por los años de 1900 era diputado por la provincia de Alicante Don José Francos Rodríguez. Llegó un día en que el escritor, como es obligatorio en estos casos, tuvo que recorrer su distrito. Y sucedió que un pueblo, cuyo alcalde había sido previamente avisado, el Ayuntamiento y los vecinos quisieron recibir con la máxima dignidad a su representante en Cortes. Pero aquellos sencillos aldeanos que no celebraban en todo el año más fiesta que la de la Purísima, tuvieron que emplear para el caso los adornos, gallardetes y colgaduras que utilizaban para su anual conmemoración religiosa. No hay que describir el asombro de Francos Rodríguez, periodista archipopular, madrileño de pura cepa y hombre avezado a la vida de teatros y francachelas, al leer en un arco a la entrada del pueblo un cartel que lo recibía con la frase. “BENDITA SEA TU PUREZA”. 

Una de las cosas más curiosas que tiene la economía es que no es una ciencia matemática sino social y, por tanto, es cuasi imposible determinar una fórmula que nos de un resultado en función de los inputs que le metamos y debemos funcionar con los gallardetes que tengamos. El ser humano va cambiando y con ello las derivadas que creíamos infalibles no lo resultan tanto. 

La situación económica que tenemos ahora mismo no deja de sorprenderme. Y si lo llevamos a los mercados financieros ya lo locura es total. Lo más irónico y grotesco es que, si nos pasara lo que a Marty McFly y supiéramos con un almanaque las cosas que pasarán en el próximo año, sin saber su reflejo final en las cotizaciones de las acciones, y con ello construyéramos una cartera, las probabilidades de éxito serían alucinantemente escasas. 

Si hace 12 meses nos dijeran que la Reserva Federal americana iba a subir 500 puntos básicos sus tipos de interés, o que el Banco Central Europeo lo haría en 450 puntos básicos, las probabilidades de acertar dónde están hoy los índices bursátiles hubieran sido nulas. Parece como si no hubiera relación entre los tipos de interés y el crecimiento económico, y que los movimientos de estos no influyeran. La realidad es que la economía ha aguantado muy por encima de lo que esperaba el economista medio, con lo cual, nos les quiero comentar la diferencia con un tipo perma pesimista y del Atleti como yo. Intentando descifrar este galimatías podemos encontrar varios datos curiosos que pueden explicar esa relativa fortaleza económica. Lo primero es el descenso del extraordinario nivel de ahorro alcanzado entre el 2020 y el 2021 cuando el mundo no podía gastar en nada. En el primer semestre del año 2021, Estados Unidos, por ejemplo, las familias americanas alcanzaron un nivel de ahorro de 2.5 trillones de dólares. Desde entonces esta cifra se ha reducido hasta los 900.000 millones de dólares actuales, lo que ha supuesto un refuerzo importante para el consumo. Al gasto de los hogares, hay que añadir que el sector público va como una “moto” y le está dando salida a los billetes como si no hubiera un mañana (a lo mejor no lo hay) y ha seguido regando la economía de forma abundante como si los problemas de “agua” fueran en otro planeta. 

Desde la crisis del 2008, hemos visto comportamientos muy dispares entre las personas y los Estados. En España, por ejemplo, donde hemos visto que la deuda pública se ha multiplicado por casi 4 veces, vemos en cambio como las familias después de aquella crisis se han comportado de una forma más prudente. Si en el año 2008 la deuda sobre el PIB de los hogares era del 85% del PIB, ahora mismo es de tan solo el 55% del mismo. Las interpretaciones pueden ser diversas, pero la dificultad de acceso a una vivienda por parte de los jóvenes puede ser la principal. Yo a la edad de mis dos hijos mayores ya estaba full endeudado para comprar una casa y ellos, en cambio, no ven ni una remota posibilidad poder comprar una, con lo que no tienen que pedir un préstamo. Es una tendencia no solo española, en Estados Unidos ha pasado del 100% al 80%, y si nos fijamos en los países donde la deuda de los hogares sigue disparatada (por encima del 110% en Canadá o Australia) vemos que la variable coincidente es una burbuja en el precio de la vivienda absoluta. 

Sin embargo, en Estados Unidos, a pesar de esas cifras relativas, el esfuerzo de pago de una hipoteca sobre los ingresos de las familias está en su punto histórico más alto. Como muestra de por dónde va la deuda pública solo les voy a dar un dato, en Estados Unidos, el mes después de llegar a un acuerdo sobre el techo presupuestario, el Tesoro ha emitido 868.000 millones de nueva deuda (casi dos tercios de la deuda viva española) la segunda cifra más alta de su historia tan solo superada por abril de 2020 coincidiendo con el peor mes del Covid. El que los gobiernos sigan echando gasolina al fuego hace que los Bancos Centrales puedan entrar en pánico y puedan pensar que su labor es más ardua de lo que esperaban, y sigan restringiendo el grifo mucho más allá de lo que el mercado está suponiendo. 

Volviendo a las disfunciones del mercado, los dos aspectos que los alcistas más resaltaban en su argumentario era la salida del confinamiento de China, y las bajadas a finales de año de los Bancos Centrales, y ambos aspectos están suponiendo un fiasco. Otra cosa es que el mercado cambie de montura a mitad de carrera y se agarre a otras cosas. El mercado, una vez más, no se guía por los números sino por el sentimiento. No ha habido cambios relevantes en los resultados esperados de las empresas, pero eso no ha sido óbice para encontrarnos en máximos. Decía Oscar Wilde que el hombre puede creer lo imposible pero no lo improbable. La construcción del relato sobre la Inteligencia Artificial lo hemos visto ya en otros tiempos y más o menos funciona de la misma forma, cambiando algún detalle. Pero básicamente se reduce a algo nuevo, rompedor y que nadie sabe como valorar. ¿La inteligencia artificial va a cambiar nuestras vidas? Absolutamente sí. Pero también lo hizo Internet en el año 2000, y las inversiones que se hicieron a su sombra estallaron en apenas unos cuantos meses, volatilizándose inmensas cantidades de dinero. Es cierto que, en aquel entonces, muchas de las empresas no ganaban dinero y ahora los líderes si lo hacen, pero las valoraciones que han alcanzado son difíciles de digerir y nos hace sospechar lo débil de sus cimientos ante el primer oleaje que venga, ya sea por disminución de las expectativas monetarias o por restricción de los gobiernos. La verdad es que nadie tiene ni idea de cómo valorar Nvidia, pero no hay analista que se ponga en medio. 

De todas formas, lo más llamativo está siendo el movimiento inverso que están siguiendo las acciones y los tipos de interés. No hemos visto en nuestra vida una prima por invertir en acciones frente a tipos de interés a un nivel tan bajo. Pero es que, además, hay el mayor diferencial entre los tipos de interés a muy corto (tres meses) y los tipos de interés a 5 años, casi un 1.5%, en un momento donde los tipos de interés reales están subiendo a nuevos altos. Yo no veo por donde cogerlo, y claramente prefiero estar en activos de renta fija a muy corto plazo y olvidarme de las acciones (sobre todo norteamericanas) donde está metido toda la manada. El resto de las bolsas del mundo están por debajo de su media de valoración de los últimos veinte años, pero este argumento choca con la situación de tipos de interés más altos que los vividos en ese tiempo, lo que también nos hace estar alerta. 

Como decía el poeta: “El creyente sabe cómo se duda, el incrédulo no sabe cómo se cree”. 

 

Fuente CIR (CIMD Intermoney Research).

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