Draghi nos manda a otoño
La rueda de prensa de Draghi daba lugar a los grandes titulares ante un comunicado del BCE con cambios residuales. El tono del mismo era continuista y, más importante aún, reflejaba el mantenimiento de la guía de tipos y de la referente a la compra de activos.
La posibilidad de la prolongación de dichas compras en el tiempo continuaba abierta y la mención a su posible incremento en términos de volumen continuaba intacta, decepcionándonos en el segundo punto.
El gran objetivo del BCE parecía pasar por no “echar más leña al fuego” de las expectativas del mercado, intentando modularlas pero sin cerrar puertas. Así, Draghi indicaba que en otoño “debería” discutirse cualquier cambio del programa de activos, aunque este ejercicio no tendría una fecha cerrada y potencialmente incluiría la reunión de principios de septiembre.
Empero, a partir de este punto, las palabras más repetidas por Draghi a la hora de afrontar las distintas cuestiones tendentes a obtener información sobre el futuro de las compras, algunas haciendo alusión al taperingo a una estrategia similar a la del BoJ, fueron: “No se ha discutido”.
La reunión de septiembre se tornará clave, pues entonces contaremos con mayor información del desempeño de la economía de la UEM y, sobre todo, con la actualización de las previsiones del BCE. El Consejo tendrá una mejor base para decidir, aunque no podemos descartar que se limite a endurecer un poco más su tono y, simplemente,acuerde retirar la mención a la posibilidad de aumentar el volumen de las compras de activos.
Esta circunstancia implica cambios en nuestro escenario, debiendo considerar probable que el anuncio de la prolongación de las compras de activos a un menor ritmo con el comienzo de 2018 llegue en octubre e, incluso, se apuren plazos y pueda darse en diciembre.
Dejando a un lado el escenario de IM, se articulaba un discursopositivo hacia el crecimiento en la Eurozona, a pesar de detectarse algunas desigualdades, que se tornaba prudente en materia de inflación. De hecho, se insistía en que ésta todavía no se encuentra en los niveles que se desea y no ha alcanzado una senda de mejora autosuficiente.
No obstante, se confiaba en su progresiva mejora y se apuntaba el avance gradual de la subyacente en el medio plazo, contrastando con la volatilidad del índice general regida por la energía. El anterior discurso era completado por la confianza de Draghi, “aunque no al 100%”, respecto a que los salariosrecuperarán en el futuro los patrones de comportamiento del pasado, quebrándose la evolución observada “desde la crisis financiera”. Una evolución que también debe vincularse a una capacidad ociosa laboral que ha superado holgadamente las estimaciones iniciales.
En materia de inflación, lo cierto es que Draghi no puede articular otro discurso, dado que si se decide mantener los estímulos es porque la situación debe exigirlo y, segundo, desde un banco central nunca puede ponerse en duda la consecución de los objetivos de inflación, pues equivaldría a “tirar piedras contra su propio tejado”.
En esta línea, era muy significativa la defensa de la meta de inflación del 2%al considerarse que su cambio restaría credibilidad y, sobre todo, que siguen siendo válidos los motivos que llevaron a instaurarla a principios de este siglo. Entre ellos, que dicho nivel de inflación del 2% permite a las economías realizar los ajustes necesarios de forma menos traumática.
El problema respecto a la inflación radica en que los análisis desde la perspectiva de mercado suelen estar dominados por lecturas cortoplacistas, ante un entorno donde “la necesidad de moverse” prima sobre las lecturas de medio y largo plazo. Sin embargo, no debemos olvidar que los bancos centrales, a pesar del pasado de Draghi, están dominados por economistas y su función de reacción difiere de la atesorada por los inversores.
Bajo esta perspectiva, resulta muy interesante lo ocurrido después de laintervención del presidente del BCE en Sintra, cuyo tono defendemos que no distó del lanzado en junio y la diferencia estribó en la forma en la que el mercado interpretó el mensaje. Una circunstancia recalcada por el propio Draghi, debiéndonos quedar con sus siguientes palabras: “Se habló mucho de la palabra reflación. Esto significa que los precios caen por debajo de la línea de tendencia y luego se recuperan. Ésa es la definición técnica.
El discurso de Sintra apuntó que la reflaciónha reemplazado el riesgo de deflación. Así que no hay grandes diferencias. Como decíamos al principio, desde el BCE parecía no quererse “echar más leña al fuego” de las expectativas del mercado y, en esta línea, debe entenderse la unanimidad para mantener las guías respecto a los tipos y las compras de activos, vinculando su futuro al comportamiento de los datos.
Una actitud lógica que nos recuerda a los planteamientos de la Fed, también en cuanto a los recordatorios hacia la flexibilidad de sus actuaciones y respecto a que nuestro banco central permanecerá mucho tiempo en el mercado.
Una gran verdad, pues incluso en los escenarios más favorables, el fin de la reinversión de los vencimientos de la cartera del BCE tardará años en llegar.
Sin embargo, mucho antes llegarán otras decisiones, como el tapering cuya aprobación ahora situamos en la parte final del año, dado que el cuerpo técnico del BCE todavía no ha recibido “el encargo oficial” para plantear las opciones disponibles más allá de diciembre. Un encargo que podría llegar a comienzos de septiembre.
La progresividad y los movimientos cuidados mandan en Frankfurt y, en esta clave, debemos entender la insistencia de Draghi en conceptos como la persistencia en las acciones y la paciencia a la hora de obtener sus frutos. Un hecho muy importante ya que aunque “oficialmente” la inflación manda, “oficiosamente” no se descuida el crecimiento y, menos, la estabilidad financiera.
En esta línea, era apuntado que lo último que quiere nuestro banco central es un episodio indeseado de tensión de las condiciones financieras. Los mercados, tanto de deuda soberana como de renta variable en la Eurozona, mostraban cierta volatilidad al ritmo del encuentro del BCE y las palabras de Draghi, si bien los avances del euro contra el dólar eran los grandes protagonistas.
En un primer momento, parecía cotizarse el estrechamiento de las diferencias entre las políticas de la Reserva Federal y de nuestro banco central, en un entorno donde en Frankfurt acaparaba más atención la divisa pero sin llegar a preocupar(tampoco se podía apuntar otra cuestión). No obstante, las filtraciones sobre el curso de las investigaciones a Trump parecían dar un segundo empujón al euro que, a su vez, pasaba factura sobre las perspectivas de las empresas europeas y sus valoraciones en bolsa.
Autores: Intermoney Análisis y Estudio
Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama