Digitalización is the new black
Cada vez es mayor el papel que desempeña la tecnología en nuestro día a día. Conscientes o no del cambio y la velocidad a la que se está implementado, la digitalización ha venido para quedarse.
En este contexto, empresas e instituciones se enfrentan a un nuevo reto: seguir el ritmo de los avances tecnológicos y no quedarse atrás frente a sus competidores. Adoptando aquellos desarrollos que se ajustan a sus necesidades, la digitalización permite, no solo mejorar la experiencia del cliente, sino también reducir los costes a través de la racionalización de operaciones, ofreciendo así servicios y productos más competitivos.
Esta revolución se aplica a todos los sectores. En el caso de la banca y los servicios financieros, la aparición de nuevos competidores en el mercado cuyo modelo de negocio se basa en estas nuevas herramientas ha presionado la adaptación de los veteranos a esta nueva era pues, sin la tecnología, pierden ventaja competitiva.
Un ejemplo claro lo encontramos en las herramientas tecnológicas que facilitan el proceso de inversión. Los avances tecnológicos han permitido abaratar los procesos de contratación y seguimiento, dejando intacta la calidad del producto y mejorando la calidad del servicio.
El cliente del siglo XXI busca comodidad e inmediatez en los servicios que contrata, siempre y cuando conserve su calidad. Ahí está el verdadero reto del sector: encontrar el equilibrio entre la innovación y la confianza del usuario. Por ejemplo, en términos de estrategia de inversión se ha podido comprobar que la tecnología triunfa cuando no viene a sustituir a la persona, sino al canal de interacción con un cliente.
Por ejemplo, en Estados Unidos, los roboadvisors se han visto obligados a cambiar el enfoque de su estrategia de marketing, destacando el equipo humano detrás de sus servicios. Es por tanto que la tecnología y la digitalización deben ser tomadas como herramientas facilitadoras del proceso de inversión y asesoramiento para ahorrar costes y tiempo, pero no deben sustituir toda la labor personal de los profesionales, especialmente si se trata de la toma de decisiones de inversión adaptadas a cada cliente y que requieren de un conocimiento de específico de los activos.
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