¿Cómo saber si hago buen uso de mis inversiones?
Lo primero que miramos a la hora de contratar un fondo son las rentabilidades pasadas y las que podemos esperar obtener en función de nuestro plazo de inversión.
Sin embargo, tendemos a olvidar que más allá del beneficio que dicho producto pueda ofrecer en el mejor de los escenarios, está en manos del inversor hacer buen uso de el.
¿Cómo podemos medir esto? Un claro indicio que permite discernir entre el buen o peor uso de un vehículo de inversión es la diferencia entre la rentabilidad media por partícipe y la del producto.
Si el comportamiento del fondo, supera el beneficio medio obtenido por partícipe, es signo de que algo estamos haciendo mal. La razón principal por la que se produce esta divergencia es el «Market Timing”, estrategia que seguimos cuando tomamos decisiones de compra/venta con la intención de aprovechar los movimientos de mercado anticipados.
En la teoría, la estrategia a seguir es clara: compra barato y vende caro. Pero los números demuestran que por lo general el comportamiento más común sigue la filosofía opuesta. Siempre da más seguridad comprar en momentos de subida y es difícil aguantar las caídas cuando queremos evitar mayores perdidas.
Este error a la hora de identificar el momento oportuno es lo que lleva a que, por lo general, la rentabilidad del fondo supere la rentabilidad media del partícipe. Según un estudio recientemente publicado por Morningstar, “Mind the Gap 2017”, este fenómeno se extiende por todo el mundo y afecta a todas las categorías de producto.
No obstante, los datos indican que a mayor volatilidad, mayor es la brecha – la renta variable y gestión alternativa, superan con creces la diferencia media que presentan los productos de renta fija, 153, 122 y 27 puntos básicos, respectivamente.
¿Cómo podemos evitar esto? Los expertos insisten en las ventajas del largo plazo y las aportaciones periódicas. Ambas estrategias permiten no perder los momentos de subida y apaciguar las caídas. Con el fin de combatir esta tendencia, y hacer frente a las ocasiones en las que el contexto no acompaña y entran en juego las emociones del inversor, el asesoramiento financiero se presenta como una de las herramientas para sacar el máximo provecho a nuestras inversiones.
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