Frentes diversos
La celebración del Día Nacional de la República Popular China el próximo 1 de octubre y la semana vacacional aparejada a la misma en el gigante asiático llevaba a descontar cierta relajación de las tensiones entre las dos mayores economías del mundo.
Sin embargo, las noticias conocidas durante la tarde del viernes, con los mercados europeos ya cerrados, apuntan que Trump no va a dejar que sea así. Las filtraciones señalaban que las autoridades estadounidenses podrían optar por endurecer sus posiciones en la antesala de la reanudación de las negociaciones con los chinos y, con este fin, se estarían sopesando medidas para que las compañías chinas no coticen en los mercados estadounidenses y, también, para limitar la capacidad de los fondos de pensiones del gobierno de los EEUU para realizar inversiones en acciones chinas.
Las anteriores informaciones eran desmentidas desde el Tesoro de EEUU, pero sin mucha convicción al señalar un portavoz: “En este momento, la Administración no está contemplando bloquear la cotización de empresas chinas en los mercados de valores de EEUU”. El hecho de utilizar la expresión “en este momento” restaba impacto al mensaje, sobre todo, cuando una exclusiva de Reuters apuntaba que Nasdaq ya está siendo más estricto con las OPVs de pequeñas empresas chinas al endurecer las restricciones y frenar el ritmo de autorizaciones para que empiecen a cotizar en sus plataformas.
El hecho de que casi todas las empresas chinas de pequeño tamaño que cotizan en EEUU hayan usado esta circunstancia a modo de arbitraje normativo respecto a su país explica el recelo de los responsables de Nasdaq. De hecho, el objetivo del gestor es limitar los casos en los que la mayoría del capital captado en una OPV de una empresa de China proceda de su propio país, siendo testimonial la participación del inversor estadounidense. Además, los problemas para Nasdaq no acaban aquí porque normalmente el capital de estas empresas es propiedad de un reducido grupo de inversores chinos, haciendo que cuenten con muy poca liquidez en el mercado.
La realidad es que existen motivos técnicos para replantearse ciertos aspectos de la cotización de las empresas Chinas en EEUU, si bien la idea de lanzar un nuevo pulso de gran entidad coincidiendo con la celebración de la fiesta nacional de China no resulta buena ya que la respuesta puede verse condicionada por la necesidad de ofrecer una imagen de fortaleza en estas fechas tan delicadas. Además, la posibilidad de ampliar el campo de batalla a los mercados de capitales con un país que tiene músculo suficiente para plantearse la confrontación y, a su vez, es uno de los grandes tenedores de treasuries con más de 1,1 billones $, no parece lo más idóneo.
De momento, el escenario de riesgo no se daba y China respondía apuntando que abrirá más sectores a los inversores extranjeros (un guiño a las actitudes colaboradoras), al tiempo que dejaba claro que cualquier acuerdo pasará por una actitud calmada y racional desde EEUU de cara a las negociaciones del 10-11 de octubre. Empero, la respuesta china llegaba después de que el nuevo órdago de la Administración estadounidense contribuyese a que el S&P500 cerrase un -0,53% a la baja el pasado viernes, en un día en el que la decepción del gasto personal en EEUU durante el mes de agosto con un avance del 0,1% m., tanto en términos reales como nominales, tampoco ayudaba. No obstante, sobre esta cuestión volveremos después porque lo verdaderamente importante será que, en los próximos días, continuaremos moviéndonos al son de las impredecibles noticias comerciales. De hecho, éstas dejarán en el olvido datos como los PMIs oficiales chinos de septiembre que, en la pasada madrugada, registraron tibios cambios al situarse el índice de servicios en 53,7 puntos y el manufacturero en 49,8. Más relevante era el avance del PMI manufacturero patrocinado por Caixin, el cual se recuperaba hasta los 51,4 puntos en septiembre.
La economía europea es una de las principales damnificadas de la incertidumbre comercial, aunque esta realidad compartirá protagonismo en los próximos días con los mensajes provenientes del BCE. En los últimos tiempos, se ha especulado con que un tercio de los 25 miembros del Consejo de nuestro banco central habría estado en desacuerdo con la reactivación de las compras de activos; una dura realidad ante la que el economista jefe del BCE, Philip Lane, se veía obligado a lanzar un mensaje tranquilizador sobre el grado de disensión interna.
El viernes, Lane circunscribía el grueso de las diferencias a la reactivación de las compras de deuda soberana y dejaba claro que no todas eran estructurales, dándose algunas técnicas que podríamos achacar a la escasez de cierto papel en el mercado. Más allá, negaba que la división interna fuera profunda y recalcaba el “muy elevado grado de consenso” hacia una política más acomodaticia y, a primera hora del viernes, el tono del presidente del Bundesbank, Weidmann, sobre los recortes de tipos parecía avalarlo. Otra cuestión es que el alemán esté de acuerdo con la posibilidad de afrontar tipos aún más negativos en la Eurozona; puerta que dejaba abierta el propio Lane: “Hemos visto tipos más negativos en otros lugares, así que no creo que haya un límite técnico todavía”.
El próximo martes coexistirán las declaraciones de los anteriores protagonistas, Lane y Weidmann, y éstas servirán para testar si las temidas diferencias en el seno del BCE han sido sobredimensionadas. Una posibilidad que resulta bastante probable debido a cuestiones como la delicada situación de la economía alemana, la cual ya es visible en sus datos de mercado laboral. Hoy, conoceremos que el número de desempleados en Alemania volvió a aumentar y lo hizo en 5.000 personas durante el mes de septiembre, acumulando cinco meses consecutivos de deterioro. No obstante, estaríamos ante cifras mayores de no ser por el importante uso que están haciendo los empresarios germanos de las fórmulas para flexibilizar las horas trabajadas y evitar así despidos.
Sin embargo, las primeras señales de alarma en la esfera laboral acabarán por hacer mella en el consumo de los alemanes, si bien esto será cuestión del futuro ya que en agosto las ventas minoristas germanas avanzaron un 0,5% m. y su tasa trimestral se fortaleció. Unas cifras favorables a las que se sumará el jueves el incremento del 0,4% m. de dichas ventas minoristas en el agregado de la UEM.
Junto a las anteriores cifras y debido al debate sobre el grado de consenso dentro del BCE, los inversores tampoco perderán de vista los datos de inflación que conoceremos durante la semana en la zona euro. La estabilidad de la inflación alemana de septiembre en el 1,0% a. será extrapolable al comportamiento del agregado en la Eurozona (+1,0% a.) en un contexto condicionado por la energía y en el que sobresaldrá la moderación del IPCA de nuestro país hasta 0,3% a. No obstante, lo que importa son las perspectivas y los PMIs finales del mes de septiembre en la UEM nos recordarán mediante sus componentes de precios que el futuro es complejo, pues los cobrados tanto en el caso de las manufacturas como de los servicios aumentaron testimonialmente.
Al margen de la Eurozona, las miradas se dirigirán al Reino Unido donde la petición de una prórroga de la permanencia en la UE de cara a la fecha del 31 de octubre se ha convertido en el escenario más probable. Una posibilidad apuntada por el consejero legal de Boris Johnson, Geoffrey Cox, pues aseguraba: “sólo habrá salida en octubre, si hay acuerdo con la UE”. No obstante, en el inicio del congreso anual que reúne a los conservadores británicos hasta el miércoles, Johnson buscaba apoyos para lo contrario, si bien esto servirá de poco ya que los tories se encuentran en minoría en el Parlamento del Reino Unido después de la expulsión de 21 parlamentarios del partido.
La incertidumbre imperante en Reino Unido lleva a que dentro del BoE haya voces que apunten hacia la posibilidad de bajar tipos. El consejero, Michael Saunders, señalaba que, posiblemente, se necesite reducir los tipos de interés, en caso de persistir los altos niveles de incertidumbre: “Creo que es bastante plausible que el próximo movimiento de tipos sea a la baja y no al alza”. En la práctica, en IM sí creemos que el BoE bajará tipos en caso de ir a más el enfriamiento de la economía británica, aunque la institución no malgastará su munición (dispone de dos recortes de 25 p.b) y esto implica que dichos movimientos llegarían en 2020.
De vuelta a EEUU, antes de abordar su agenda semanal y los últimos datos conocidos en la jornada del viernes, la liquidez en el mercado monetario volverá a estar en el centro de todas las miradas. El grueso de las explicaciones tranquilizadoras respecto a las tensiones observadas ponía el acento en una serie de factores que deberían de perder vigor al superarse el paso de trimestre. De forma que, de ser ciertas, la liquidez de la Fed debería ser menos necesaria a finales de semana y esto dejaría en el olvido sus operaciones Repo. Sin embargo, existe un riesgo real de que deba acabar planteándose la articulación de una facilidad permanente de liquidez.
En cuanto a los datos estadounidenses, conviene empezar repasando las referencias del viernes ya que el gasto real de las familias nos sorprendió al moderar su crecimiento hasta 0,1% m. (3,1% trim. a.). Una cifra que, sin embargo, no debe encender las alarmas ya que se produce después del buen comportamiento del mismo desde la pasada primavera hasta mediados de verano. Además, el dinámico comportamiento de la renta disponible real de los estadounidenses (+0,4% m. y +3,0% a.) diluye las inquietudes hacia el desempeño futuro de su gasto. Todo ello en un contexto en el que la tasa de ahorro del 8,1% supone una fuente adicional de tranquilidad al atesorar las familias americanas un importante colchón, cuyo papel estabilizador será clave en caso de darse sorpresas adversas.
Desde la anterior perspectiva, los datos no inyectan presión adicional a la Fed para ir más allá en su generosidad, como también ocurría con el PCE subyacente que con su mejora hasta 1,774% a. en septiembre se situaba más cerca de los niveles deseados por la Reserva Federal. Una situación que no se quebrará el próximo viernes con las cifras de mercado laboral de EEUU, pues las 150.000 nuevas nóminas de septiembre deben considerase un dato positivo. Además, la tasa de paro seguirá en el 3,7% y no esperamos grandes cambios en el subempleo, al tiempo que el ritmo de avance de los salarios se mantendrá estable en el 3,2% a. en línea con su promedio de 2019.
Por otro lado, asistiremos a la confirmación de la recuperación de las órdenes estadounidenses de bienes duraderos excluido equipo de transporte (+0,5% m.) y al revivir de los embarques de bienes de capital en agosto (+0,4% m.). Unos datos que se sumarán a la solidez del ISM de servicios, a pesar de su moderación hasta 55,5, y a la recuperación de su homólogo del sector manufacturero (50,1).
A la postre, en una semana en la que asistiremos a una avalancha de intervenciones procedentes de la Fed, los datos de EEUU se pondrán del lado de quienes defienden el discurso de las bajadas de mitad de ciclo. En otras palabras, de los defensores de los recortes medidos para relanzar la actividad y, también, de los más ortodoxos en la Reserva Federal como el presidente de la Fed de Filadelfia. Patrick Harker, con derecho a voto en el FOMC durante el próximo año, insistía en que los miembros de la autoridad monetaria estadounidense tienen que mantenerse firmes en cuanto a los tipos y no interferir en el desempeño de la economía. Una situación que, sumada al ruido comercial, no favorecerá especialmente a las bolsas.
Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.