En 2018, Warren Buffet se proclamó como ganador de la gran apuesta del millón de dólares. ¿En qué consistía esta peculiar apuesta?
El gran oráculo de Omaha retó en 2008 a cualquier gestor de gestión activa que lo desease a tratar de batir su inversión en un plazo de 10 años. Para ello, Warren utilizó un ETF de la gestora Vanguard que replicaba al S&P 500. Antes incluso de que se hubiese cumplido el plazo de 10 años marcado, su único rival ¨Protégé Partners¨ admitió su derrota. La gestora no fue capaz de batir al que es considerado como uno de los mejores inversores de todos los tiempos. El ETF superó en el período de 10 años con creces las rentabilidades de la gestora.
La apuesta puso de manifiesto uno de los grandes debates que existen a día de hoy en los mercados, el eterno debate entre la gestión pasiva y la activa. Por un lado, los defensores de la gestión pasiva aseguran que, durante los últimos años, la gestión activa no ha sido capaz de batir al benchmark.
Son muchos los informes realizados durante los últimos tiempos (SPIVA, Morningstar…) que demuestran que son muy pocos los gestores capaces de batir al benchmark de referencia en los últimos tiempos. Como podemos observar en el gráfico realizado por Morningstar:
Entre 2002 y 2017, en 13 de las 25 categorías analizadas, los fondos gestionados activamente superaron a su benchmark. Sin embargo, tras deducir la comisión de gestión, los datos cambian drásticamente.
En el otro lado de la moneda, los gestores de fondos defienden que no se está realizando un estudio justo de la situación. En primer lugar, no todos los fondos de gestión activa tienen como objetivo batir a su índice de referencia. Existen fondos con otras características y cuyos gestores tienen objetivos distintos al mero hecho de batir al índice, por lo tanto, no tendría sentido compararlos con algo que no les interesa.
Por otro lado, no todos los inversores desean batir al índice, algunos buscan productos conservadores que les permitan mantener su dinero y aprovechar los beneficios fiscales.
Así mismo, el debate entre gestión pasiva frente a activa tiene mayor sentido en el mercado americano, un mercado tan eficiente como el estadounidense hace que batir al índice de forma activa sea extremadamente complicado, dando mayor visibilidad a los productos de gestión pasiva.
Sin embargo, en europa la imagen es distinta. El mercado europeo presenta mayores ineficiencias lo cual permite a los gestores aprovecharse de ellas y conseguir una mayor rentabilidad. El debate sigue latente en Europa y a pesar de la clara tendencia ascendente de los fondos de gestión pasiva, hay que asegurarse de que sean el producto que más se adecue a nuestro perfil como inversor. Es necesario tener en cuenta, que los ETFS presentan una volatilidad similar a la del índice que acompañan y por lo tanto hay que ser capaces de asumir esa volatilidad sin ponerse nervioso en los momentos de caídas.
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