¨Si los mercados fueran eficientes, yo estaría pidiendo caridad en la calle¨ Warren Buffet
Durante años, los gestores de las distintas casas de inversión han tratado de dar con la fórmula perfecta que les permitiese construir carteras óptimas y eficientes. Para ayudar en este proceso, se plantearon dos teorías que han sido muy utilizadas a lo largo de los años para la formación y seguimiento de las carteras y que hoy nos planteamos estudiar más a fondo.
En 1952, Harry Markowitz desarrolló una medida para el cálculo de la rentabilidad y el riesgo de una cartera, su modelo se basa en una serie de hipótesis referentes al comportamiento del inversor. En primer lugar, Markowitz asume que el inversor es adverso al riesgo y quiere para cada nivel de rentabilidad el menor riesgo posible, de igual modo, asume que la rentabilidad y riesgo de cada activo es conocida de antemano. Para establecer esas rentabilidades, el modelo se basa en los eventos pasados para realizar predicciones futuras. Estos dos supuestos, tanto el cálculo de la rentabilidad como la forma de crear la cartera óptima son los que más polémica crean en torno a la teoría que planteó Markowitz en los años 50 y que no terminan de convencer a la hora de poner en práctica el modelo.
Para tratar de paliar las deficiencias presentes en el modelo de Markowitz, en 1992 Robert Litterman y Fischer Black desarrollaron el modelo de distribución de activos en la gestión de portfolios .
El punto de partida del modelo está en el análisis de los problemas planteados por el marco de optimización tradicional, basado en buscar carteras óptimas en términos de rentabilidad-volatilidad (Markowitz). Los principales problemas con que se encontraban los gestores eran:
- Dificultad para calcular la rentabilidad esperada para cada valor del universo de inversión (¿ estimaciones para cada uno de los valores del S&P 500?)
- Una sensibilidad muy alta de la optimización a pequeños cambios en los inputs(un cambio de un +/- 1% de la rentabilidad esperada para una acción puede suponer cambios importantes en su peso en la cartera resultante)
- Una vez introducidos los inputs por el gestor es frecuente que el resultado de la optimización sea cartera extrema (corner portfolio)
Black y Litterman tratan de superar estos problemas y para ello se basan en un modelo de equilibrio. Se toman como punto de partida las rentabilidades de equilibrio de los activos. Es decir, a partir de los pesos de cada activo en el mercado, su volatilidad y correlación y un coeficiente de aversión al riesgo, se obtiene la rentabilidad implícita que el mercado está esperando de cada activo.
Partiendo de estas rentabilidades de equilibrio, el modelo permite introducir opiniones subjetivas del gestor (“vistas”), que se limitarán sólo a aquellos activos en los que tenga una capacidad de análisis superior y en las que va a “apostar contra el mercado”.
Una vez introducidas estas vistas (por ejemplo: rentabilidad esperada de Ford superior en un 2% a la de General Motors) y fijado el límite de riesgo contra el benchmark (mercado), el modelo calcula los pesos para cada activo basándose en la información implícita en el mercado junto con la información adicional aportada por el gestor.
El modelo de Black-Litterman supone, por tanto, valorar la información que nos aporta el mercado y a partir de ahí calibrar las apuestas que se van a realizar en función de las opiniones del gestor.
En imdi funds, contamos con un equipo experto en mercados, los cuáles están constantemente monitorizando los mercados, tratando en cada momento de construir las carteras más eficientes y óptimas para nuestros clientes. Ellos son la base de nuestro modelo y gracias a ellos cada uno de nuestros 4 compartimentos terminó el 2018 a la cabeza del ranking de fondos perfilados. Enlace aquíD
Equipo imdi funds
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